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La rentabilidad es parte del éxito de ESG
Si Europa no quiere perder el tren de la competitividad es preciso abordar una descarga regulatoria en materia de sostenibilidad.
Esta fue de las principales conclusiones que se extrajeron de la mesa redonda del bloque temático ESG que moderó recientemente Emilio Alonso, Alliances Manager de Esker Ibérica, durante la celebración de la III Cumbre de Directores Financieros.
En este panel los participantes abordaron cómo integrar políticas ESG (Environmental, Social, Governance) en las finanzas corporativas.
ESG: del coste al valor estratégico
Hasta hace poco tiempo, según expuso Emilio Alonso, las inversiones ESG se percibían por las organizaciones como un coste necesario, sin esperar un retorno económico. Sin embargo, esta visión ha ido variando a la luz de los datos.
Según expuso María Enderiz, Managing Director & Partner en BCG, el consenso cada vez es mayor a la hora de señalar que las organizaciones con criterios ESG suelen tener un mejor rendimiento que las inversiones sin ellos.
Este tipo de inversiones, además, suelen tener asociadas un menor coste de capital, mejor acceso a financiación y mejoras en la valoración, lo que sectores como el real estate o la logística están sabiendo aprovechar.
Sin embargo, la sostenibilidad y la transición hacia la descarbonización necesitan una cantidad de financiación nada despreciable, por lo que el papel de la banca es fundamental.
Catalina Mejía, CFO en Banco Santander España, se apoyó en datos de McKinsey para afirmar que “solamente para poder llegar al Net Zero en Europa, en España concretamente, se necesitaría invertir 85.000 millones de euros al año, lo que equivalente al 6,5% del PIB”.
Este dato evidencia la necesidad de caminar hacia unas finanzas sostenibles, fundamentales en la transformación competitiva e industrial dentro del proceso de descarbonización.
Perspectivas cautas, pero optimistas
El objetivo parece claro; sin embargo, durante mucho tiempo la regulación no acompañaba. Catalina Mejía afirmó que “hay una inflación regulatoria que nos tiene indigestos a todos, que nos ha hecho que perdamos competitividad”. Por este motivo, recientemente, la Comisión Europea (CE) anunció la simplificación de las normas sobre sostenibilidad e inversiones de la Unión Europea (UE).
Con el conocido como ‘paquete ómnibus’, la CE confía en reducir las cargas administrativas al menos un 25% y, en el caso de las pymes, al menos un 35%.
Juan Ignacio Navarro, CFO en SESÉ, calificó la medida de “buena noticia”. Desde su punto de vista, anteriormente “veíamos que toda esta legislación estaba muy alejada de nuestra realidad del día a día, con mucha burocracia, efectos indeseados y con las compañías más pequeñas incapaces de poder cumplirla”.
Además, también suponía un riesgo para la competitividad. No obstante, apuntó que la conversión de este paquete en directiva podría dilatarse en el tiempo, pues aún ha de llevarse al Parlamento y de allí pasar el examen de los 27 estados miembros del Consejo.
Con todo, Carmen de Pablo, Directora Financiera, Estrategia y ESG en Moeve, sostuvo “Creo que ahora Europa puede distanciarse, diferenciarse de países como EEUU, no solo por las políticas, sino también porque haya una simplificación. Es una oportunidad para Europa y para España”, sin olvidar que “las empresas que tenemos mayor tamaño debemos ayudar a las más pequeñas que componen la cadena de valor para llegar a esos objetivos”.
El valor del reporting
Los esfuerzos por parte de las compañías en el avance de las políticas ESG están también muy ligados al reporting, algo en lo que las soluciones de Esker pueden contribuir, digitalizando y automatizando procesos.
De hecho, aunque el paquete ómnibus trae consigo ventajas, también tiene asociados retos, pues amplía el alcance de las compañías afectadas por la obligatoriedad en CSRD (Corporate Sustainability Reporting Directive).
María Enderiz destacó ese esfuerzo adicional desde “el punto de vista operativo de procesos de rol del gobierno”, apuntando que este reporting ayuda a materializar con indicadores todas estas políticas sostenibles.
En este escenario, la Managing Director & Partner en BCG expuso su concepto de Smart Compliance, basado en la implementación de filtros de “materialidad” de los DPs (Data Points), con el que gracias al ómnibus y a las simplificaciones de ESRS 2.0 (Estándares Europeos de Reporte de Sostenibilidad) se podría reducir de reportar unos 1.400 DPs a algo menos de 400.
Pasar del palo a la zanahoria
Tecnologías como la Inteligencia Artificial (IA), incorporada en las soluciones de Esker, tienen mucho que aportar al respecto, indicó la experta.
Según expuso Carmen de Pablo, compañías como Moeve ya la utilizan “para la integridad de nuestros propios activos, dentro de nuestras áreas, ya sea en la parte de sostenibilidad como en la parte financiera”.
En esa misma línea, Catalina Mejía citó el uso que Banco Santander hace de la IA, desarrollando algoritmos que se anticipan a fraudes o ciberataques, algo que requiere una inversión constante y sostenida en el tiempo.
Es por ello por lo que la CFO de Banco Santander España apostó porque también haya “incentivos de los gobiernos suficientes para que la ESG sea rentable; dejar de estar en el lado del palo, pues nos hace falta la zanahoria”.
Para ello, precisó, se ha de generar una demanda natural, porque si por parte de las empresas no se da, “tampoco va a haber financiación y no se produce el círculo virtuoso que hace que esto escale”.
Dicho de otro modo, para que los bancos puedan financiar esta transición es necesario que los proyectos tengan sentido económico, que haya soluciones tecnológicas económicamente viables e implementables a la escala necesaria.
En esta misma línea, Juan Ignacio Navarro, concluyó que “la sostenibilidad tiene que seguir siendo un eje estratégico, pero tenemos que intentar encontrar ese equilibrio entre nuestra descarbonización, nuestra rentabilidad y nuestro impacto social en la gente, dentro de las compañías y en el medio ambiente, sin olvidar a nuestros inversores”.